Los cuatro fundamentos de la atención son la enseñanza del Buda recogida en el Satipatthana, una serie de instrucciones para activar en la mente el modo de funcionamiento de la atención plena, o mindfulness, como se conoce hoy en día. Esto significa vivir el momento presente, sin distraerse con pensamientos sobre el pasado o el futuro, totalmente conscientes y presentes en la experiencia actual. Observar y experimentar las cosas tal como son, sin seleccionar unas y rechazar otras. Nos hará falta una buena dosis de tolerancia y compasión hacia nosotros mismos y los demás, y sobre todo evitar caer en prejuicios o expectativas, y estar abiertos al aprendizaje. Los cuatro fundamentos de la atención son una de las enseñanzas centrales del budismo, y se refieren a una práctica meditativa que busca el desarrollo de la plena consciencia. Si deseais profundizar en la enseñanza del Satipatthana, encontrareis una buena lectura en el libro de Analayo (1). Las instrucciones del Satipatthana son muy numerosas y detalladas, eso hace que para los no iniciados sean complejas, difíciles de interpretar y de incorporar a la práctica cotidiana. Sin embargo, a pesar de la complejidad, si practicamos el zen habitualmente, encontraremos que lo esencial de esta práctica ya está integrado de manera implícita en la meditación sentada zen, el zazen. Para empezar, todos los ejercicios preliminares, que sirven para tranquilizar y estabilizar la mente con la concentración serena, el Samadhi, ya están incorporados en la práctica de zazen. Por lo tanto, podemos pasar a practicar los cuatro fundamentos de la atención, que los podemos entender esencialmente así: El primer fundamento de la atención es la consciencia del cuerpo y la respiración, que es precisamente la base de la práctica de zazen, la concentración en la postura del cuerpo con todas las sensaciones físicas que la acompañan, al mismo tiempo que seguimos en todo momento la respiración, como hilo conductor de la existencia. El segundo fundamento de la atención es la consciencia de las sensaciones, pero no es tanto la observación de la sensación en sí, sino como nos afecta, es decir, si sentimos la sensación como agradable, desagradable o neutra. El concepto de sensación budista incluye también las sensaciones de la mente, como un punto de vista, una concepción mental. Igualmente, un pensamiento nos puede resultar agradable, desagradable o neutro. Es precisamente como nos afecta lo que debemos observar, porque es lo que conecta con el siguiente fundamento. Si es agradable, se producirá el deseo de perpetuar esa sensación o pensamiento, se producirá avidez. Si es desagradable, producirá el deseo de apartar esa sensación o pensamiento, aparecerá el rechazo, la ira. El tercer fundamento de la atención es la consciencia del estado de la mente, que esencialmente significa saber si está presente la avidez, la ira o la ignorancia. Ante una sensación o pensamiento desagradable, aparece la intención de apartarlo y, por tanto, aparece la ira o el rechazo contra esa sensación o pensamiento. Esto nos producirá inquietud, insatisfacción, sufrimiento. Por otro lado, ante una sensación o pensamiento agradable, aparece la intención de prolongar o repetir la sensación o pensamiento y, por tanto, también aparece inquietud, insatisfacción, sufrimiento. De esta manera podemos darnos cuenta de que estamos encadenados al sufrimiento. El cuarto fundamento de la atención es la consciencia de los factores que atan o liberan la mente a este ciclo de sufrimiento. Por un lado, saber si están presentes los obstáculos que atan la mente; por otro lado, saber si están presentes los factores que liberan la mente. Podemos indagar en estos obstáculos y factores, y en las leyes que rigen este proceso, más adelante. Démonos cuenta, en primer lugar, que si en lugar de poner la atención en una sensación o pensamiento, agradable o desagradable, que nos produce avidez o ira, e inquietud, decepción o sufrimiento, ponemos la atención en la respiración, sentir la respiración no es ni agradable ni desagradable, no nos produce inquietud, decepción ni sufrimiento. Nuestra mente se aquieta y se estabiliza, y recuperamos una paz interior que nos reconforta. Este puede ser un primer contacto esencial con la meditación del Satipatthana. Después de practicarlo durante un tiempo y familiarizarnos con cada paso, podremos ir añadiendo más elementos de atención, de los cuales hablaremos otro día. Hasta entonces, buena práctica.
(1) Satipathana, The direct path of realization de Bhikkhu Analayo.