La compasión es una herramienta poderosa que ayuda a las personas a desarrollar una actitud más positiva y solidaria hacia sí mismas y hacia los demás. Es una cualidad humana fundamental que se relaciona con la empatía, la bondad y el cuidado de los demás. El desarrollo de la compasión puede ayudar a las personas a superar la autocrítica, la culpa y la vergüenza, que pueden ser obstáculos para su felicidad.

El entrenamiento de la compasión en atención plena implica centrarse en sentimientos de amor y bondad hacia uno mismo y hacia los demás. La práctica de la meditación de la compasión puede ayudar a las personas a cultivar una actitud de bondad y comprensión hacia sí mismas, lo que puede ser especialmente útil para aquellos que luchan con problemas de su karma pasado. En este proceso se desarrolla la aceptación, el perdón y la comprensión de la interdependencia con los demás. Pero esta compasión debe desarrollarse con sabiduría. La compasión no significa satisfacer los deseos de los demás para complacerlos. Esta compasión debe estar orientada a la liberación espiritual de los seres.

Al Maestro Taisen Deshimaru le gustaba contar esta historia para ilustrarlo:

“La hija de un mercader, que estaba gravemente enferma, pidió a su padre que trajera a un maestro zen para que celebrara un kito (rezos y ceremonias) por su salud. El padre de la joven, que era muy rico, hizo venir a un monje zen. Este le pidió cincuenta monedas de oro para hacer el kito. El mercader se enfadó mucho, ya que le parecía un abuso tanto dinero, pero como amaba mucho a su hija, no tuvo más remedio que aceptar. Cuando estuvo ante la niña, el monje no hizo ninguna ceremonia. En cambio, le dijo:
“-Con estas cincuenta monedas de oro podré construir un nuevo templo. En este templo muchos discípulos podrán practicar y alcanzar la realización. Ahora, si lo deseas, ya te puedes morir. Tu vida, al menos, habrá tenido un sentido”.
“Desde aquel día, la hija del rico mercader comenzó a recuperar la salud”.

Es una historia que puede parecer impactante, pero que nos ayuda a entender que tener compasión no significa complacer a los demás ni hacerse el bueno, sino que tiene una dimensión más profunda. Y es en este sentido que la práctica del mindfulness zen de la compasión ayuda a las personas a desarrollar actitudes compasivas y a la vez sabias, lo que puede conducir a una mayor felicidad para los demás y para uno mismo.