El 1 de marzo de 2024 marca el inicio de una nueva etapa para mí como enseñante zen. A los 59 años, me he retirado definitivamente del trabajo en el que estuve hasta ahora. Durante mucho tiempo, compartí la dedicación a este trabajo y la tarea como maestro zen de la comunidad Zen Kannon.
Una historia de principiante zen
Recuerdo que, hace muchos años, cuando era un principiante, un día después del zazen, estábamos hablando relajadamente sobre el zen mientras tomábamos un café en el Bar Joanet. Alguien me preguntó qué pensaba del Zen, y sin pensarlo, dije: “Me encanta el Zen, cuando me jubile me dedicaré a ello”, y todos estallaron en carcajadas. Que un joven de 27 años pensara en su jubilación zen distaba mucho del sello del aquí y ahora. Lo encontraron muy gracioso. Sin dejar de reír, me dijeron que faltaba mucho para mi jubilación, y que era mejor que me dedicara desde ese mismo momento. Enseguida me di cuenta de que había metido la pata, pasé mucha vergüenza, e intenté arreglarlo diciendo que sí, que también pensaba dedicarme desde ese momento, pero vi que era mejor no complicarlo más, y me quedé en silencio.
¿De dónde vienen los pensamientos?
Al reflexionar sobre esto, no podía entender por qué lo había dicho. No era mi intención esperar hasta la jubilación para practicar. ¿De dónde me había salido ese pensamiento? Es uno de esos pensamientos que te vienen a veces a la cabeza, y no sabes de dónde han venido. Aunque ahora, para tranquilidad de todos, he aprendido a callarlos. En cualquier caso, si lo recuerdo es por la vergüenza que pasé. Es absurdo pensar en dedicarse al zen en la jubilación, ¿cómo podía un joven de 27 años pensar en eso? No tiene sentido alguno, ¿o tal vez sí? Lo cierto es que ahora que ha llegado el momento de retirarme, no puedo hacer más que cumplir con aquella promesa de principiante hecha sin saber muy bien por qué. Una promesa así, se debe cumplir.
Una práctica constante de enseñante zen
Desde que empecé la práctica, hace más de treinta años, he tratado de armonizar lo mejor que he podido una dedicación creciente al zazen, con una ocupación laboral para sostener a mi familia. Ha habido momentos difíciles, en los que parecía que no podría continuar, pero en el último momento de desesperación siempre se abría una puerta. Quizás no la puerta que esperaba, pero sí la puerta que me esperaba.
Armonizar zen y vida cotidiana
Cada uno de nosotros se encuentra con problemas para armonizar la vía del zen con la práctica, la incompatibilidad de horarios, la multitud de compromisos laborales y familiares. Lo entiendo perfectamente, porque también lo he vivido. Decimos que en el zen abrazamos las contradicciones, y es porque esta contradicción entre el zen y la vida cotidiana es solo aparente. El zen es la vida cotidiana, la vida cotidiana es el zen.
La puerta sin puerta
Soy plenamente consciente de que cada caso es diferente, cada persona ve sus propias circunstancias. Muchos dicen “mi caso es diferente, mi situación es más difícil que la de los demás, yo no puedo armonizar mi vida con la práctica.” Pero al final el problema no son las circunstancias, sino la manera cómo nos las tomamos. No es que nuestra situación no tenga salida, es que al buscar otra puerta, no vemos la puerta que tenemos delante, la puerta sin puerta.
Nunca he dudado de zazen
Así que me gustaría que todos estos años de práctica del zen, simultaneados con una vida laboral y familiar como la de muchos, puedan servir de ejemplo y hacer ver que es posible armonizar una práctica regular de zazen con la vida cotidiana. No me considero una persona excepcional por haber hecho esto. Conozco mis carencias y limitaciones. En algunos momentos he dudado de mis fuerzas y capacidades para continuar, pero nunca, ni en los peores momentos, en ningún momento he dudado de zazen.
Nueva etapa de enseñante zen
En esta nueva etapa dispondré de más tiempo y energías para dedicar a la comunidad Zen Kannon. Para empezar, ya hemos abierto dos nuevos horarios de zazen, los martes y miércoles a las 18:00, y estamos preparando nuevos cursos y publicaciones. Dicen que jubilarse en latín significa exultar de gozo, y un gran gozo es lo que siento ahora que podré dedicarme plenamente a la práctica del zen y a su enseñanza.