Es fácil sentirse abrumado por la magnitud de los problemas ambientales a qué nos enfrentamos. El cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la contaminación, entre otros, son desafíos enormes. Pero, a pesar de ello, cada uno de nosotros tiene el poder de hacer una diferencia. Cada elección que hacemos en nuestra vida diaria puede sumarse a un cambio positivo y una de ellas, aunque nos cueste creerlo, es tener pocos deseos.
La práctica de tener pocos deseos
Desde el budismo siempre hemos sabido que las pequeñas acciones individuales tienen un gran impacto en el conjunto de la humanidad y que, por lo tanto, nuestra práctica budista puede tener un impacto significativo en la construcción de un futuro más sostenible para todos. Un ejemplo de esto lo tenemos en una de las últimas enseñanzas del Buda antes de morir, que dio a sus discípulos para que pudieran continuar eternamente en el camino del buda: los ocho despertares de los grandes seres.
El primer despertar de los grandes seres
El primer despertar de los grandes seres es tener pocos deseos. Esto significa no dejarse arrastrar por los objetos de los sentidos. El Buda dijo: “Comprende que la gente que tiene muchos deseos, busca con avidez el poder y la fama, y por esta razón sufren mucho. Los que tienen pocos deseos, no buscan el poder ni la fama, y están libres de este sufrimiento.”
Tener pocos deseos ya compensa por sí mismo, pero aún tiene más beneficios. Los que tienen pocos deseos no necesitan pedir favores a los demás, y no quedan en deuda con ellos. Los que tienen pocos deseos no son esclavos de los sentidos, mantienen una mente serena y no tienen preocupaciones, porque están satisfechos con lo que tienen, no sienten que les falte nada. Aquellos que tienen pocos deseos experimentan fácilmente el nirvana.
El primer despertar es tener pocos deseos
El Buda habla de tener pocos deseos, no dice que debamos eliminar todos los deseos. Hay deseos que tienen una base biológica que sustenta la vida: deseamos beber agua cuando tenemos sed, deseamos comer cuando tenemos hambre, deseamos poder dormir cuando tenemos sueño. También está el deseo del reconocimiento de los demás, el deseo de que nos escuchen, que nos presten atención cuando hablamos. Deseamos el afecto de los demás. Muchos deseos forman parte de la vida, y no podemos eliminarlos. Pero sí podemos comprobar que, como dice el Buda, es más feliz quien menos desea. Es un error pensar que la felicidad es obtener lo que deseamos. Todo es impermanente. Nada puede ser poseído, ni hay nadie que lo pueda poseer. En cambio, cuando no estamos deseando, podemos ser felices con lo que tenemos, tal como estamos, sin añadir nada. Esto es tener pocos deseos.
Es más feliz quien menos desea
En una historieta de humor, de esas que circulan por las redes, un monje zen abre una caja de regalo para su cumpleaños. Al abrirla, descubre que está vacía, y exclama: “¡Nada! ¡Lo que he estado deseando toda la vida!” Es una escena que nos puede hacer sonreír, y que al mismo tiempo expresa una verdad muy profunda, si no deseamos nada, ese nada siempre será algo maravilloso, porque habrá desaparecido la insatisfacción de abrir la caja y ver que lo que hay no era lo que esperábamos, que no era así cómo lo queríamos.
Zazen es tener pocos deseos
Sentados en zazen, observamos los deseos cuando aparecen. Podemos notar cuál es el sentimiento que acompaña al deseo, ¿es quizás un sentimiento de tranquilidad? ¿O es un sentimiento de inquietud y desasosiego? A menudo, si al aparecer el deseo, vemos que no podemos satisfacerlo, surge una angustia, es la inquietud que nos produce el deseo, en todo nuestro cuerpo y mente. Tener pocos deseos significa no caer de nuevo en la fantasía de imaginarnos satisfaciendo el deseo en otro lugar, en otro momento. Es absurdo intentar engañarnos a nosotros mismos. Es mucho mejor ser conscientes de la verdadera esencia del deseo, la cual podemos sentir en el momento presente. Y cuando el deseo desaparece, aunque sea por un instante, observemos cuál es el sentimiento que queda, ¿no es mucho mejor esta paz?
Lluís Nansen
Extractos del libro: Lluís Nansen Salas, “Mindfulness Zen, la consciencia del ahora”, 2018, Barcelona, ediciones invisibles“