nacimiento y muerteUna vida auténtica a la altura del nacimiento y la muerte.

El retiro-sesshin Zen, como el que hacemos en Lluçà en diciembre, es una oportunidad única para submergirnos completamente en la práctica del Zen. Meditación sentada y atención plena, y vivir unos días como unos auténticos budas. Todos los que vamos al retiro, compaginamos esta práctica del Zen con una vida cotidiana llena de obligaciones y compromisos. Antiguamente, los que querían seguir seriamente la Vía del Zen, abandonaban el hogar y se convertían en monjes mendicantes, y dejaban de preocuparse por las obligaciones y compromisos mundanos. Se dedicaban en cuerpo y mente a la Vía del Zen, hasta alcanzar una vida en armonía, y despertar así a la verdadera realidad de la existencia.

Los practicantes zen de hoy creemos firmemente que es posible realizar la Vía, sin abandonar literalmente el hogar, sin cortar con todas las obligaciones y compromisos drásticamente. Sabemos que es más difícil, pero a la vez, si lo hacemos así, lo podemos hacer ahora, hoy y aquí. Lo podremos compartir con la gente que nos acompaña, y esta influencia se estenderá cada vez más. Los seguidores del zen practicamos en armonía con la vida cotidiana. A eso llamamos la Vía del Bodhisattva.

Aunque no sea necesario cortar drásticamente con todo, sí que es conveniente que cuando nos sentamos a hacer la meditación, dejemos de lado todos los compromisos, y nos dediquemos con cuerpo y mente a la meditación. Tanto con la meditación diaria, como también cuando se acerca el retiro, tenemos que ser capaces de dejar a un lado obligaciones y compromisos, para dedicarnos durante unos días a seguir completamente la Vía del Zen. Dejar de pensar en yo y en mis cosas, y pensar en la comunidad, inscribirse al retiro con antelación, y colaborar en les tareas de organización. Si lo hacemos así, somos como los budas, capaces de abandonar el hogar, ni que sea por unos días. Compartimos el mismo espíritu y nuestra práctica es su práctica.

De todos modos, si queréis liberar vuestra mente, pero no os decidís, ¿es quizás por el fuerte apego que tenéis a “mis cosas”? ¿Es quizás el miedo a perder el mundo construido por el ego? ¿O quizás es el sentirse imprescindible en el trabajo, en la família, o donde sea? Este es precisamente el hogar que tenemos que saber abandonar ahora, el hogar hecho del miedo a perder nuestro mundo. Seguir la Vía del Zen, tal como la practicamos hoy, es salir del caparazón del mundo del ego, y realitzar una vida auténtica, a la altura del nacimiento y la muerte. Más allá de los miles de “mis cosas”, y alcanzar así la libertad inconcebible de la mente de buda.

Lluís Nansen