En los últimos artículos explicábamos el modelo de la rueda de la consciencia integral, para comprender desde nuestro punto de vista cómo se relacionan los diferentes estadios en los que clasifican el proceso espiritual Gebser y Wilber. El eje central es la mente de la no dualidad, una forma de consciencia que de manera natural se actualiza durante la práctica de la meditación zen sentada, el zazen. Es una experiencia de simplemente ser, sin un yo separado del mundo.

Entendemos por consciencia la relación entre un determinado fenómeno y nuestra existencia. Por ejemplo, cuando siento el sonido de un teléfono, hay inmediatamente una relación entre el sonido del teléfono y el yo que lo está escuchando, con la certidumbre de que soy yo quien lo está escuchando y no otra persona, y que además, este es mi teléfono y no el de otro. Así tomamos consciencia de que está sonando nuestro teléfono en este momento.

La experiencia de simplemente ser también relaciona un fenómeno con la propia existencia, pero no nos percibimos como un yo separado. Sentimos quizás una sensación física en la rodilla, somos conscientes de la sensación en la rodilla, la vivimos desde la presencia en el cuerpo y la respiración, pero no percibimos la sensación con un yo separado, hasta el punto de que no podríamos decir si la sensación es de dolor o de gozo. Percibimos la sensación sin dualidad. Tampoco hay el pensamiento de si esta sensación nos pertenece o no nos pertenece, porqué nosotros ahora somos la sensación. Es una experiencia muy sutil, pero que a la vez tiene un enorme poder, porqué es capaz de darle la vuelta a todo. Quizás estábamos completamente hundidos en una crisis de ansiedad, y en el momento de experimentar la no dualidad, la visión del mundo cambia completamente, la ansiedad desaparece como la niebla de la mañana, y el sol vuelve a brillar otra vez. Ello hace que cuando descubrimos en la meditación esta fuente del gozo, nos queramos quedar ahí. En la no dualidad se está muy bien, ¿por qué no nos quedamos ahí para siempre? La verdad es que eso no es posible, porqué nuestra mente fluye continuamente, y no nos podemos quedar en la no dualidad, igual que no nos podemos quedar en la magia, ni en la mítica, ni tampoco nos podemos quedar todo el rato en la mente racional. La rueda gira siempre sin parar.

Quedarse en la no dualidad es una gran tentación una vez se ha experimentado, y muchas escuelas de meditación lo intentan, a base de parar los pensamientos y quedarse en el no pensamiento. Los pensamientos son mayoritariamente duales, esto me gusta,  esto no me gusta, esto me es indiferente, esto no me es indiferente… Y el no pensamiento es por la misma razón no dual: sin pensamiento no hay dualidad. Entonces ¿por qué no eliminar los pensamientos, y quedarse en la felicidad de la no dualidad? Eliminar los pensamientos significa bloquear la mente, parar la rueda. Quere parar los pensamientos es como retener la orina, claro que la podemos retener un rato, pero si retenemos demasiado tiempo acabaremos en el hospital. Lo mismo pasa con el pensamiento, si nos dedicamos a retener y reprimir los pensamientos, acabaremos en una clínica mental. Es por eso que este punto debe quedarnos muy claro, actualizar la consciencia no dual no significa parar los pensamientos. Es difícil entender esto solo con palabras, hay que hacerlo desde la práctica de la meditación sentada. Sentados en zazen, los pensamientos aparecen y desaparecen, hay momentos de pensamiento y momentos de no pensamiento, y dejamos que todo fluya desde la presencia en el cuerpo y en la respiración. Esta fluidez es lo que permite actualizar la consciencia original. A la más mínima inclinación a favor del pensamiento o del no pensamiento, la consciencia original no emerge.

Un antiguo maestro dijo: la Vía del Zen no es fácil ni difícil, es suficiente con no inclinarse ni hacia un lado, ni hacia el otro, ni coger ni rechazar.