Como hemos visto en los útimos artículos del blog, Jean Gebser divide los estadios de consciencia en instintivo, mágico, mítico, racional, e integral. Entre estos dos últimos, Ken Wilber añade el nivel plural y el sistémico, y deja abierta la posibilidad de estadios post-integrales.
Estos autores presentan la evolución de estos estadios en un recorrido ascendente, como si se tratara de una carrera académica, desde la escuela primaria de los instintos y el deseo, hasta llegar al nivel universitario de la estructura integral. La clasificación por estadios que hacen estos autores, es muy interesante para  el estudio de la estructura de la consciencia, pero la idea de ir superando estadios, como cursos de una carrera, crea una ilusión tan motivadora como irreal. La visión que nos da la práctica del Zen, no es tanto la de un ascenso por estadios, del inferior al superior, sino la de una rueda en la que la consciencia integral va girando, y pasa de una estructura a otra, sin pararse. Que un individuo o la mayoría de los individuos de una sociedad estén en un determinado estadio, por ejemplo el mítico, es porque se han quedado parados a causa de un apego a una creencia. 

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Figura 1. La rueda de la consciencia integral 
No es nada infrecuente que alguien que es muy racional, que solo confía en su inteligencia, cuando se encuentra en una situación que le desborda completamente, implore a Dios por su salvación, y de pasada compre un billete de la lotería, por si la magia lo resuelve. Un caso así, Wilber lo atribuye a regresiones, a retrocesos. ¿Pero no será éste un argumento para sostener su visión lineal de los estadios de consciencia?
En las civilizaciones más arcaicas, como las tribus indígenas de África o de Amazonia, encontramos una visión más sistémica, porque entienden la naturaleza como un sistema del cuál ellos forman parte, y más plural, porqué no hay tantos convencionalismos, como sí que hay en las sociedades míticas o racionales. Los extremos se tocan, como en un círculo. Wilber lo justifica con la falacia pre/post-racional, que hace que se puedan confundir comportamientos post-racionales, como el amor libre y sin convencionalismos, con la conducta pre-racional instintiva de buscar satisfacción sexual. Está claro que son dos motivaciones diferentes para conductas aparentemente similares, y que una motivación es muy primaria, y la otra es muy elevada. ¿Pero son acaso tan diferentes en el fondo?    
Es cierto que se produce una evolución, pero también es cierto que esta evolución en el autoconocimiento personal hace que, por ejemple, la consciencia sistémica y plural nos permita descubrir en nosotros instintos y deseos que se mantenían ocultos. Es decir, que el paso por cada estadio, también nos hace revivir y profundizar en los otros. Es por esto, entre otras cosas, que consideramos que una representación más idónea sería la de una rueda, como la de la figura 1
Una de las diferencias importantes de este modelo de rueda, es que la consciencia integral no es un escalón más, sino que es la consciencia fluyendo, al pasar por todas las estructuras sin pararse en ninguna de ellas. Es una mente despierta, que no se duerme en ningún eslabón. La otra diferencia importante es que en el origen de todo, está siempre la consciencia no dual. Es la consciencia de existir, de simplemente ser, sin separación con los demás, ni con el entorno. Es una consciencia no egocéntrica, que todos podemos experimentar en la meditación. Es la consciencia que relaciona nuestra existencia con el momento presente, es decir, la consonancia del cuerpo y de la respiración. Las otras consciencias, la consciencia de los sentidos, del pensamiento, del yo, relacionan nuestra existencia con un fenómeno -una sensación, una emoción, un pensamiento, una imagen del yo- y, por lo tanto, podemos decir que todas emergen de la consciencia no dual. 
El origen es siempre la consciencia no dual. De esta consciencia no dual puede surgir un impulso instintivo, una interpretación mágica, una devoción mítica, una deducción racional, una tolerancia plural, pero es solo en el libre fluir de la mente, a través de todos los estadios, que podemos hablar de la consciencia integral. El girar continuo de la rueda es mucho más próximo a la realidad impermanente de los estadios. Si alguien cree haber alcanzado un nivel superior, no tardará mucho en girar la rueda para demostrarle la insubstancialidad de esta visión. Todos los estadios son vacuidad, en la vacuidad hay el origen de todo, la vacuidad es  el origen de la creación.
 
Lluís Nansen Salas
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