En los últimos artículos hablábamos de la rueda de la consciencia integral, y de lo que significa la expresión “más allá del pensamiento y del no pensamiento”. El maestro Eno decía que la mente despierta es la que no se para en nada, ni en el pensamiento, ni en el no pensamiento. Y esto es lo que refleja la rueda de la consciencia integral. La mente integral no es un estadio más del desarrollo espiritual, sino que es la mente que fluye por todos estos estadios. Es una mente tan capaz de percibir el instinto, sin quedarse atada a él, como de hacer una interpretación mágica, sin confundir causa y efecto; como también es capaz de sentir devoción, sin quedar cegada; a la vez que puede reflexionar y razonar sin obcecarse en las propias opiniones, tolerar y respetar la pluralidad, sin ignorar la diferencia. Podemos decir que la mente integral tiene una visión del mundo completa. Pero ¿Cómo podemos alcanzar esta consciencia integral? ¿Es suficiente con el esfuerzo? ¿Es suficiente, por ejemplo, con no obcecarnos en nuestras opiniones, per no quedar-nos parados en la mente racional? La verdad es que les buenas intenciones no facilitan la fluidez de la mente: la intención de no quedarnos en un estadio, hace que nos quedemos en el mismo estadio en negativo. Por ejemplo, si reprimimos un instinto, o un impulso, ello no significa que lo superemos: nuestro subconsciente los hará salir por otro lado. El ejemplo más claro es el de los que siguen el celibato, y después tienen comportamientos pederastas, porqué su mente continua atrapada en el instinto. Reprimir voluntariamente no tiene nada que ver con el soltar de la mente integral. Soltar implica sentir el impulso instintivo, ser consciente de cómo nos condiciona este impulso, y después actuar con serenidad. Satisfacerlo o no satisfacerlo, ya no es la cuestión importante. No quedarse atrapado en el instinto, tanto si se satisface como si no se satisface, este es el punto clave de la mente integral.
¿Y cómo se hace? Si estamos diciendo que no es con la voluntad que podemos acceder a la mente integral, ¿de qué otra manera lo podemos hacer?
En el Zen existe la práctica de la no intención. Es una práctica difícil de entender desde la mente racional, parece una contradicción, parece imposible actuar conscientemente sin intención. Pero eso solo es imposible cuando la acción surge del pensamiento. Influir el pensamiento con el pensamiento se hace siempre con intención. Pero cuando la influencia es del cuerpo sobre el pensamiento, puede surgir la acción sin intención. En el Zen lo llamamos pensar con el cuerpo. Todo esto es muy sencillo de entender cuando lo practicamos con el cuerpo y la mente. Sentados en zazen, la mente se concentra en mantener el equilibrio de la postura, la consciencia del cuerpo percibe las sensaciones corporales y la respiración, y retorna a la concentración. Esta dinámica cuerpo-mente surge automáticamente de la meditación zen, y así puede surgir una consciencia integral sin esfuerzo. A partir de dejarnos llevar por esta dinámica, la consciencia original se actualiza, y la mente fluye de una consciencia a otra. Es la mente despierta de los budas, y la tenemos a nuestro alcance. Solo hay que sentarse a meditar regularmente y continuadamente, para que la mente despierta forme parte de nuestra vida cotidiana.