La primera vez que visitamos el local de la Gran Vía de les Corts Catalanes, donde hemos instalado el templo zen, a principios de mayo, era un semisótano oscuro y medio desbaratado, con algunos carteles publicitarios de películas esparcidas por el suelo y colgados en las paredes. Durante la visita nos quedamos solos un momento en la sala del fondo, con las puertas de los patios abiertas, y entró una brisa fresca, que me hizo surgir una certeza: ¡Este es el templo que estamos buscando!
Templo zen de la gran via
El 25 de septiembre inauguramos el nuevo templo, y le llamaremos el Templo Zen de la Gran Vía. No solo porque esté ubicado en la Gran Vía, sino por el significado que tiene para nosotros, la “Gran Vía”. La Gran Vía del Zen tiene una gran capacidad de transformación de nuestra mente. Generalmente nuestra mente queda atrapada en una visión sesgada de la realidad. En el Zen, estas visiones sesgadas son lo que llamamos ilusiones. Y cuando nuestra visión se transforma, y podemos ver la verdadera realidad de nuestra existencia, entonces le llamamos satori, despertar, iluminación. Despertamos de estas ilusiones. Satori e ilusión no son dos cosas opuestas. No puede haber satori sin ilusiones, y no hay ilusiones sin satori.
En este sentido, la actividad que se desarrollaba en este local antes de llegar nosotros, es un recordatorio del sentido de nuestra práctica. Entre la práctica que hacemos ahora, y lo que se hacía antes, se establece la misma relación que hay entre ilusiones y el despertar.
Els Films de la Rambla
Resulta que, en este local de la Gran Vía, antes había “Els films de la Rambla”, una productora de cine, del director de cine catalán Ventura Pons, que durante cerca de 30 años produjo aquí dentro su extensa filmografía. En lo que hoy es la sala del dojo, donde hoy nos sentamos a meditar cada día en silencio, Ventura Pons hizo entrar un coche a piezas para rodar alguna de las escenas de sus películas. De manera que podemos decir que si antes este local, como una productora de cine, era una fabrica de ilusiones, ahora, convertido en un templo zen, podemos llamarlo una fábrica del satori, porque el poder que tiene la meditación zen para transformar las ilusiones se parece al poder alquímico de transformar el plomo en oro. En este caso, no es otra cosa que nuestra naturaleza original, una gran vacuidad.
1 d’octubre de 2022