En muchas tradiciones espirituales se usa la palabra iluminación para designar la realización de la vía espiritual. El asceta, el santo, el arhat transcienden la consciencia del ego y habitan sin esfuerzo más allá de la consciencia personal, en la consciencia no dual, que se entiende como el contacto con la divinidad, con la naturaleza original. Cada religión o tradición espiritual utiliza sus propios términos, y la descripción que de ella hacen sus santos, ascetas y arhats difiere también ligeramente. Ello no significa que todas las vías espirituales conduzcan a la misma iluminación. El café para todos en la vía espiritual, solo beneficia a las vías menos exigentes, y así no se hace ningún favor a los buscadores auténticos, dispuestos a entregarse totalmente. Lo que sí que es cierto, es que todas las tradiciones manifiestan un propósito muy parecido, formulado en sus diferentes lenguajes: transcender el yo para realizar la vacuidad, la totalidad más allá del yo, hacerse íntimo con Dios, con la naturaleza de todos los seres…
Las diferentes religiones y vías espirituales comparten un propósito parecido, pero cada una tiene sus propios métodos, métodos diferentes. Y eso es lo que hace que no conduzcan necesariamente a lo mismo. No entraremos a describir los diferentes métodos que podemos encontrar en las diferentes vías espirituales, porque necesitaríamos miles de páginas. Quedémonos tan solo en qué la diferencia está en el método. Eso quiere decir que no debemos dejarnos seducir por los propósitos, porqué más o menos, todas las religiones tienen el mismo propósito. Asegurémonos, no obstante, que hay un método, que el método funciona, y que el método nos puede ser enseñado y transmitido, para poderlo aplicar nosotros mismos.
Encontraremos muchas religiones que nos explican la vida y milagros del profeta, pero no nos explican cómo convertirnos en el profeta. La mayoría dan unas instrucciones mínimas para que nos portemos bien, nos arrepintamos del mal que hayamos hecho, y perdonemos a los demás. Está bien, es implícito a toda vía espiritual. Pero si alguien quiere iluminarse como el profeta, ¿qué tiene que hacer para ser como el profeta? ¿Qué método debe seguir para llegar ahí? Muchas vías espirituales no enseñan el método a sus seguidores, algunas porqué lo reservan sólo para una élite, y otras sencillamente porqué no hay tal método. El profeta se iluminó, pero nadie sabe cómo se lo hizo. En este caso, parece que no queda más remedio que tener una fe ciega, y ponerse en manos del gurú o el ministro espiritual, un intermediario entre la divinidad y nosotros. Nosotros no podemos hablar con Dios directamente. ¿Y por qué no? ¿Por qué la espiritualidad más elevada tiene que estar reservada a unas minorías, a un género, o a unas élites? ¿Por qué no puede estar al alcance de todo el mundo?
En los siglos anteriores, uno de los indicadores más significativos del desarrollo social, ha sido el establecimiento de los derechos universales, como el sufragio universal, el derecho al trabajo, a la vivienda, a una sanidad pública, el derecho a la educación, etc. Los derechos humanos universales han marcado los verdaderos hitos del desarrollo de la civilización humana, mucho más que la tecnificación. Algunos pensadores destacados de la posmodernidad, como Ken Wilber, vaticinan un avance en el desarrollo de la consciencia espiritual de la humanidad. Según Jean Gebser, la humanidad históricamente ha ido avanzando en el camino espiritual, a partir de patrones de consciencia, o visiones espirituales. Estas consciencias han evolucionado desde una consciencia original hasta una visión racional, pasando por unas etapas de visiones arcaica, mágica y mítica, que se corresponden con períodos históricos de la humanidad. Es muy posible que actualmente estemos iniciando una nueva etapa, más allá de la visión estrictamente racional. La consciencia racional, aunque nos ha facilitado mucho la vida, no nos ha conducido a la felicidad, a menudo todo lo contrario, cuando nos empuja hacia la ansiedad y el desespero. Es ahora el momento de la visión integral, una visión que integra todas las anteriores, de manera que la consciencia fluye, y utiliza libremente todos los patrones anteriores, sin quedarse fijo en ninguno de ellos. Esta consciencia se corresponde perfectamente con lo que describe el maestro Eno: la mente despierta es la que no se queda en nada. Es la mente de zazen. Ahora solo falta que a esta consciencia integral puedan llegar el máximo número de personas. Cuando la mayoría de personas realicen la visión integral, podremos decir que la humanidad ha hecho un paso adelante en lo que a la espiritualidad atañe. Y para ello es necesario, como decíamos, que el método esté al alcance de todos, que la iluminación se convierta en un derecho universal. El derecho a la iluminación universal se consigue cuando todos los que tienen acceso al método universal de la mente despierta, el zazen, lo compartan con los demás, es nuestra aportación individual, que sumada a la de los demás, conduce indefectiblemente hacia la revolución espiritual del siglo XXI.
(Continuará en el próximo blog)
Lluís Nansen Salas