Lluís Nansen nos muestra en este artículo cómo el ecologismo forma parte de las enseñanzas del Buda Shakyamuni y del Maestro Dogen. El espíritu desprendido y austero también se refleja en la poesía de Ryokan y de Ikkyu.
Ecologismo Zen
Es fácil sentirse abrumado por la magnitud de los problemas ambientales. El cambio climático, la pérdida de biodiversidad o la contaminación son desafíos enormes. Sin embargo, a pesar de esto, cada uno de nosotros tiene el poder de actuar. Cada elección que hacemos en nuestra vida diaria puede contribuir a un cambio positivo, y una de ellas, aunque cueste creerlo, es tener pocos deseos. Como budistas, sabemos que las pequeñas acciones individuales tienen un gran impacto en el conjunto de la humanidad, y que nuestra práctica budista puede tener un gran impacto en la construcción de un futuro más sostenible para todos. Un ejemplo de esto se encuentra en una de las últimas enseñanzas que hizo el Buda antes de morir: Los ocho despertares de los grandes seres.
Tener pocos deseos
El primer despertar de los grandes seres es tener pocos deseos. ¿Qué significa tener pocos deseos? Significa no dejarse arrastrar por los objetos de los sentidos. El Buda dijo: “Observad que la gente que tiene muchos deseos busca con avidez el poder y la fama, y por esta razón sufren mucho. Los que tienen pocos deseos no buscan el poder ni la fama, y están libres de ese sufrimiento.” Tener pocos deseos ya es recompensante en sí mismo, pero tiene aún más beneficios. Aquellos que tienen pocos deseos, por ejemplo, no necesitan pedir favores a otros y no quedan en deuda con ellos. Los que tienen pocos deseos no son secuestrados por los sentidos, mantienen una mente serena y no tienen preocupaciones, porque están satisfechos con lo que tienen y no sienten que les falta nada.
El Buda habla de tener pocos deseos, no de eliminar todos los deseos. Hay deseos que tienen una base biológica que sustenta la vida: deseamos beber agua cuando tenemos sed, deseamos comer cuando tenemos hambre, deseamos dormir cuando tenemos sueño. También está el deseo del reconocimiento de los demás, el deseo de que nos escuchen, de que nos presten atención cuando hablamos. Todos deseamos el afecto de los demás. Muchos deseos forman parte de la vida y no se pueden eliminar.
Pero sí podemos comprobar que, como dice el Buda, el más feliz es el que menos desea. Es un error pensar que la felicidad viene de obtener lo que deseamos. Todo es impermanente. Nada puede ser poseído, y no hay nadie que lo pueda poseer. En cambio, cuando no deseamos, somos felices con lo que tenemos, tal como somos, sin añadir nada. ¿No os parece que esto es el ecologismo de tener pocos deseos?
Disminución de los deseos
Sentados en zazen, observamos los deseos cuando aparecen. Y podemos ver cuál es el sentimiento que acompaña al deseo. ¿Acaso es un sentimiento de tranquilidad? ¿O es un sentimiento de inquietud y desasosiego? Si, cuando surge un deseo, vemos que no podemos satisfacerlo, entonces aparece una ansiedad: es la inquietud que produce el deseo en todo el cuerpo y la mente. Es absurdo intentar engañarnos a nosotros mismos. Es mucho mejor ser conscientes de la verdadera esencia del deseo, ser conscientes en el momento presente. Y cuando el deseo desaparece, aunque sea por un instante, observamos: “¿qué sentimiento queda? ¿No es mucho mejor la paz de no tener deseo?”
El segundo despertar es saber cuándo basta.
En la enseñanza de Buda sobre los ocho despertares, el segundo despertar es saber cuándo basta. Incluso cuando tenemos algo en abundancia, debemos ponernos un límite para utilizarlo. Debemos saber decir basta. ¿No os parece otra expresión de ecologismo? El Buda dijo: si queréis estar libres de sufrimiento, debéis saber cuándo es suficiente. Cuando lo sabéis, encontráis la paz y la alegría. Si sabéis ver cuándo es suficiente, estaréis contentos, incluso si tenéis que dormir en el suelo. Si no sabéis ver cuándo es suficiente, estaréis descontentos, aunque estéis en el cielo. Podéis sentiros ricos, aunque seáis pobres; podéis sentiros pobres, aunque seáis ricos. Si no sabéis cuándo es suficiente, seréis esclavos de los deseos de los sentidos.
A veces, nos sentamos un rato a tomar el sol y sentimos el bienestar que nos brinda el calor, la luz del sol. Los días de sol podemos tomar tanto sol como queramos, pero hay un momento en el que ya tenemos suficiente. Si seguimos expuestos al sol, empezaremos a sentir malestar, e incluso dolor de cabeza. Si sabemos cuándo tenemos suficiente, podremos disfrutar del sol siempre que queramos.
El ecologismo de saber decir basta
Lo mismo podemos decir del consumo de recursos naturales: ya sea el agua, el aire o los minerales de la Tierra, los necesitamos para vivir, para nuestros bienes y servicios. Pero, lamentablemente, nos estamos excediendo en su uso. A algunos les faltan, y otros no saben decir basta. Podríamos continuar con los siguientes despertares, o hablar de las paramitas, o de los preceptos, y siempre encontraríamos en la enseñanza de Buda una práctica respetuosa con el medio ambiente y con todos los seres.
Poema de Ryokan:
Cuando no quiero nada, estoy satisfecho,
Cuando quiero algo, diez mil cosas aparecen.
Unas simples verduras calman el hambre,
Una túnica de monje viste el cuerpo,
Los ciervos son mi única compañía.
Me lavo las orejas en el río,
al pie de una roca.
En la cima de la montaña,
los pinos son magníficos.
El ecologismo del maestro Dogen
El maestro Dogen vivió en el siglo XIII. Fue el fundador de la escuela Zen Soto en Japón y es un referente para todos los practicantes del zen hoy en día. Cuando Dogen iba a buscar agua al río, llenaba el cubo y, una vez lleno, devolvía la mitad del agua al río. Lo hacía así cada día, como un ritual de ecologismo. Con este gesto, Dogen renunciaba a la avidez de apropiarse de toda el agua y devolvía a la naturaleza una parte de lo que tomaba.
El ritual de devolver la mitad del agua al río significa respetar el río. Respetar a los peces que viven en él, la hierba y los árboles de la orilla, y respetar a todos los seres a quienes el río da vida. Esa mitad del agua que vuelve al río llegará a los campos de cultivo río abajo, y los campesinos la usarán para regar; con la cosecha alimentarán a las familias que trabajan allí.
El gesto de devolver la mitad del agua al río puede parecer incomprensible para una mente racionalista. ¡Si con el agua de un cubo tiene que llenar una olla, tendrá que hacer dos viajes al río! Pero, ¿qué problema hay en hacer dos viajes? Durante el tiempo que duran esos dos viajes, sentiremos el gozo de ser uno con la naturaleza. La mente estará en paz.
Es muy diferente de lo que haríamos con una mentalidad ordinaria. Imaginemos que, para aprovechar el viaje, subimos con dos cubos llenos, ¡aunque solo necesitemos uno! El otro cubo sería por si acaso, por si mañana no hay agua en el río. Pero mientras cargáramos con ese exceso de agua, nos acompañaría un sentimiento de avaricia y ansiedad. La mente no estaría en paz.
Ecologismo ritual
El ritual es algo que cuesta entender con la mente ordinaria. Parece un gesto inútil. Sin embargo, es lo que marca la diferencia entre tener la mente en paz o no tenerla. Para glorificar este ritual, Dogen mandó construir un puente en el Monasterio de Eihei-ji. Los monjes residentes iban a recoger agua desde este puente: llenaban el cubo, devolvían la mitad y luego se prosternaban en señal de agradecimiento.
Este puente todavía existe hoy, en la entrada del Monasterio de Eihei-ji. Lo llaman «el puente de la media cubeta». Su presencia recuerda a los visitantes el respeto que merecen el agua y la naturaleza.
Creo que este gesto ritual de devolver la media cubeta de agua a la naturaleza tiene un significado muy profundo. Creo que nos enseña una actitud, una forma de vivir y de actuar.
Poema de ikkyu
Dejaré en este monasterio
Los objetos del ritual de cada día.
La cuchara de madera y el cuenco
Los colgaré en la pared del lado este.
Tampoco necesitaré
Todos estos utensilios.
Pasaré el resto de mis años sobre el mar,
Con el viento soplando sobre mi kesa y mi cabeza rapada.
Es curioso, porque cuando estoy sentado en zazen, siento como si estuviera devolviendo esa media cubeta de agua a la naturaleza. Del mismo modo que cuando realizo las actividades de la vida cotidiana tomo energía del Universo, al sentarme a meditar, devuelvo parte de esa energía al Universo.
A la práctica de la meditación la llamamos conectar con nuestra verdadera naturaleza. Pero, después de conocer la práctica de la media cubeta, me doy cuenta de que la conexión con la naturaleza original de la práctica de zazen es realmente devolver una parte del agua de la vida que hemos tomado. El agua que vuelve al agua. La naturaleza que regresa a la naturaleza. Y creo que así es como deberíamos entender nuestra relación con el planeta. Cada uno de nosotros puede ponerlo en práctica ahora mismo.
Lluís Nansen
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