La palabra Zen significa meditación. Define una de las escuelas budistas que privilegia la práctica de la meditación sentada, llamada zazen. Se remonta a la experiencia del Buda Shakyamuni, quien realizó el despertar hace dos mil quinientos años.
La práctica de la meditación es la raíz de la enseñanza de Buda, un mensaje de dimensión universal. El maestro zen Taisen Deshimaru decía: «La práctica de zazen es el secreto del Zen. Zazen puede parecer difícil.
Si se practica regularmente en la vida diaria, Zazen es altamente eficaz para ampliar la conciencia y la intuición. Zazen es la postura del despertar. Mientras se practica no hay que pretender obtener nada, sea lo que sea. Sin meta, zazen es solo concentración en la postura, en la respiración y en la actitud de la mente.»
La postura de zazen
Para meditar, nos sentamos con las piernas cruzadas en posición de loto o en medio loto. Esto significa que al menos un pie está sobre el muslo y las rodillas están en el suelo.
Estiramos la columna vertebral. Colocamos la mano izquierda sobre la derecha, con las palmas hacia arriba y los pulgares tocándose. Las manos forman un óvalo y se colocan en el vientre.
Con la espalda recta, recogemos la barbilla y estiramos la nuca como si quisiéramos empujar el cielo con la coronilla. La lengua toca el paladar y los ojos miran a un metro de distancia sobre el suelo. En la postura del loto, los pies presionan zonas importantes de acupuntura en los muslos, relacionadas con los meridianos del hígado, la vesícula y los riñones.
La respiración zen
La respiración juega un papel primordial en la meditación zazen. El ser vivo respira. Al principio existe el aliento.
La respiración zen no es comparable a ninguna otra. Tiende, antes que nada, a establecer un ritmo lento, poderoso y natural.
Si nos concentramos en una expiración suave, larga y profunda, con la atención situada en la postura, la inspiración vendrá de forma natural. El aire sale lenta y silenciosamente, mientras que la expiración baja con fuerza hacia el vientre. Empujamos sobre los intestinos, y así provocamos un masaje saludable en los órganos internos. Los maestros comparan la respiración zen con el mugir de la vaca o el grito del recién nacido.
Esta respiración es el om, la semilla, es el pneuma, fuente de la vida. La respiración adecuada sólo puede venir de una postura correcta. De la misma manera, la actitud de la mente fluye naturalmente de una concentración profunda en la postura física y en la respiración. Quien no pierde el aliento vive larga, intensa y pacíficamente.
La actitud de la mente
El ejercicio de la respiración adecuada durante la meditación permite neutralizar las alteraciones nerviosas, dominar los instintos y las pasiones y controlar la actividad mental. La circulación cerebral mejora substancialmente. El córtex descansa, y el flujo consciente de pensamientos se ralentiza, mientras la sangre fluye hacia las capas más profundas.
Al estar bien regadas, estas capas se despiertan y su actividad genera una sensación de bienestar y calma, similar al sueño profundo, pero estando completamente despiertos. Cuando practicamos la meditación zen, zazen, dejamos que los pensamientos y las imágenes pasen como nubes en el cielo.
No nos resistimos ni nos aferramos a ellos. Como las sombras delante de un espejo, las emanaciones del subconsciente pasan, vuelven a pasar y se desvanecen. Y llegamos al inconsciente profundo sin pensar, más allá de cualquier pensamiento, verdadera pureza.
El zen puede parecer dificil pero en realidad es muy simple. Requiere dedicación y práctica constante, como la vida misma. – decía Deshimaru – si están sentados smplement sin hacer nada, sin un propósito, y su postura, respiración y mente están en armonía, entienden el verdadero zen.
Como practicar el zen
Practicar Zen nos ayuda a superar el apego a objetos, emociones y conceptos. Estos son la principal causa del sufrimiento, tanto para nosotros como para los demás. Zazen influencia todo el ser, cuerpo y mente.
Con una práctica regular de la meditación, se profundiza en la comprensión de nuestra propia vida. Esta comprensión se refleja entonces en todas nuestras acciones cotidianas. Si cada acción de nuestra vida se armoniza con zazen, nuestras acciones serán naturalmente justas.
Como en la meditación, podemos estar totalmente presentes en cada instante, en la plenitud de aquí y ahora. Nuestra mente está en calma, sin complicaciones, sin calcular, sin miedo. Sin buscar ni esperar nada, ni siquiera el alcanzar la iluminación.
El egoísmo disminuye y seguimos con más facilidad el flujo de la vida cósmica. Así, nuestra relación con los demás se vuelve más fácil, mas transparente. Se manifiesta la compasión y aparece la sabiduría de una verdadera atención plena.
Entonces podemos volver a lo esencial y la vida se vuelve mucho más sencilla. Esta es la auténtica felicidad, la libertad auténtica. Para empezar a practicar zazen basta con asistir a las sesiones de meditación zen que se realizan en el dojo o en el templo zen. Poco a poco aprenderemos a compatibilizarlo con nuestra vida cotidiana, el trabajo y la familia.
Fotos: Andrea Cirotto para Zen Kannon todos los derechos reservados