mokugyo

¿Qué es el Mokugyo?

El mokugyo es un instrumento de percusión de madera utilizado en la práctica del Zen y en otras tradiciones budistas. Tiene forma de pez, está hueco por dentro y produce un sonido profundo y resonante cuando se golpea con una maza de cabeza suave. Este instrumento se utiliza durante las ceremonias en el dojo para acompañar el canto de los sutras. Por las mañanas, se canta el Sutra del Corazón, y la percusión del mokugyo marca el ritmo para armonizar las voces.

El simbolismo del mokugyo es relevante: en muchas culturas budistas, el pez representa la vigilancia y la conciencia, ya que se dice que los peces no duermen. Por ello, el sonido del mokugyo sirve para sostener la atención y la energía de la meditación en los practicantes durante las ceremonias.

El responsable de tocar el mokugyo es el segundo kyosakuman, quien debe golpearlo moviendo la baqueta en una curva ascendente, con un ritmo ágil, constante y meditativo. Este ritmo ayuda a coordinar la respiración y la concentración de la comunidad durante los cánticos. Desde el inicio, el mokugyo sigue el ritmo marcado por el ino.

El tesoro guardado del Mahayana

Si tienes un mokugyo y lo giras, aparecen dos peces o monstruos marinos. Estos peces sostienen entre sus bocas una perla, la perla de la Prajna Paramita. Cada vez que golpeamos el mokugyo para cantar el sutra, los peces liberan la sabiduría oculta de la Prajna Paramita, constantemente actualizada.

Cuando recitamos el Sutra del Corazón siguiendo el ritmo del mokugyo, pronunciamos el mantra: “vamos, vamos juntos, vamos juntos más allá del más allá”. Este “vamos juntos” significa “practiquemos juntos”. Practiquemos juntos: dos palabras que contienen todo el poder de este mantra. Dos palabras que revelan el tesoro oculto del Mahayana, la Prajna Paramita. Dos palabras que, según la leyenda, fueron guardadas durante siglos por el rey de los peces en el fondo del mar, y que Nagarjuna, inspirado por el zazen, rescató y reveló nuevamente a la humanidad.

Practiquemos juntos. Muchas personas no quieren escuchar estas palabras, las rechazan, las esconden. No quieren aceptar que el verdadero tesoro de todos los tiempos no es otra cosa que practicar juntos, también con el canto del mokugyo.