En el año 2019 el Dojo Zen Barcelona Kannon inicia el proyecto Acción Zen en la Ciudad, con una serie de meditaciones en diferentes puntos de la ciudad de Barcelona. Con este tipo de acciones se pretende acercar la meditación a la gente, y por eso bajamos a la calle, que es donde está la gente, porque creemos que esta es la acción social del practicante zen, esta es la actividad solidaria del bodhisattva, este es el budismo comprometido del monje zen: enseñar la meditación a la gente, para que cada uno, desde su propia práctica, según sus habilidades y desde su ámbito de acción, dé lo mejor de sí mismo a la sociedad y al mundo entero. ¡Gassho!

Meditación por la Paz en la Fiesta Mayor de la Dreta de l’Eixample, mayo de 2025

Meditación Zen en la acampada joven de plaza universitat enl noviembre de 2019

Acción Zen en la plaza Universitat. 10 junio 2019. Meditación en la calle

Acción Zen en el MACBA. 17 de marzo de 2019. Meditación en la calle

Una acción zen de silencio y presencia — Plaza Castella, febrero de 2019

En el corazón de la ciudad, la Plaza Castilla se detuvo por un instante. A la hora convenida, un grupo de practicantes del Dojo Zen Barcelona Kannon se reunió en silencio, abriendo un espacio interior en medio del ruido urbano. Sin pancartas ostentosas, sin palabras gritadas, solo una mañana fría, una luz suave y respiraciones que se hacían visibles en el aire.

Extendieron esterillas y cojines, tomaron posición (zazen) y dejaron que el tiempo se desplegara sin imposiciones. Los transeúntes se acercaron con curiosidad; algunos se quedaron, otros se incorporaron, y otros siguieron su camino observando. El sonido distante de los coches, el murmullo de las conversaciones, el viento que apenas movía las hojas — todo se convirtió en parte de la respiración colectiva, en un elemento del silencio compartido, un silencio de una meditación en la calle.

La acción no tenía finalidad proselitista ni de espectáculo. Era un recordatorio: que dentro del caos exterior existe un lugar de calma, accesible, que no depende de condiciones ideológicas ni de circunstancias externas. Era una invitación silenciosa a mirar hacia dentro, ver lo que hay, aceptarlo y volver a salir al mundo con un poco más de lucidez.

Al terminar, los practicantes se levantaron. Nadie gritó: «¡Gracias!». Recogieron las esterillas y se marcharon con lentitud. La plaza recobró su ritmo habitual. Pero por unos instantes, también había sido un templo de meditación en la calle.

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