Una vez había un viejo maestro zen que vivía con su comunidad en un pequeño templo perdido en la montaña. El emperador, conocedor de su sabiduría, lo invitó a un gran Festival budista, donde los participantes recitaban sutras durante varios días y disfrutaban de abundantes y exquisitas comidas ofrecidas por los cocineros del palacio. El maestro aceptó a regañadientes alejarse de su comunidad, pero pensó que era mejor no provocar la ira del emperador. Una vez en el Festival, mientras los participantes recitaban sutras y disfrutaban de las deliciosas comidas, el maestro permaneció completamente inmóvil, sentado en zazen, sin recitar ni comer nada. El emperador lo vio y le preguntó: “Maestro, ¿por qué no recitas sutras como los demás?” Y el maestro, sentado en zazen, respondió: “Cuando inspiro, recito miles de sutras; cuando expiro, recito miles de sutras.” El emperador no lo entendió y continuó divirtiéndose en el Festival. El viejo maestro simplemente le explicaba que, al prestar atención a la respiración, es cuando vemos el Dharma, la realidad tal como es, y de eso es de lo que hablan los miles de sutras. No es necesario asistir a ningún festival espiritual, es suficiente con sentarse en zazen y respirar conscientemente.
Sentarse en zazen y respirar
¿Y por qué sentarse en zazen? ¿No es suficiente con estar atento a la respiración? La postura del cuerpo juega un papel muy importante: cambia la manera de funcionar de nuestra mente. Generalmente vivimos inmersos en un hilo continuo de pensamientos, alejados de la realidad del cuerpo y de nuestra existencia presente. La postura de zazen exige una implicación constante de cuerpo, mente y respiración, y nos conduce a una vivencia completa del cuerpo y la mente, estrechamente unidos por la respiración. Sentados con las piernas cruzadas y la espalda recta, empujamos el suelo con las rodillas y el cielo con la coronilla, estirando la columna vertebral, abriendo y relajando los hombros, arqueando las lumbares hacia el interior y sintiendo los isquiones clavados en el cojín, el vientre queda distendido y relajado, y se produce la respiración larga y profunda en el hara.
¿Qué es el hara?
Hara, en japonés significa “estómago”, pero en el Zen hace referencia al punto situado en el abdomen, aproximadamente tres dedos por debajo del ombligo. El concepto de hara se emplea en diversas artes de la cultura japonesa, la medicina oriental, las artes marciales y la espiritualidad. El hara se considera el centro de equilibrio del cuerpo, el núcleo de la energía vital. Concentrar la energía en el hara genera fuerza, voluntad y poder. La medicina oriental asocia la buena salud con un hara fuerte y equilibrado. El hara se relaciona con la fuerza interna, la intuición y el autoconocimiento. Conectar con el hara nos permite estar más despiertos y conscientes, y ser más auténticos en la vida cotidiana.
Cómo practicar la respiración en el hara
Enfócate en sentir la respiración en el hara y genera una respiración más profunda, relajada y centrada. La postura de zazen es la que va mejor, porque te permite estar inmóvil, con el cuerpo relajado y a la vez bien despierto y atento. Toma conciencia de la respiración dirigiendo la atención hacia el vientre. Al inspirar, permite que el aire entre por la nariz de manera natural, mientras sientes cómo se expande el abdomen. Imagina que estás llenando el hara con aire. Deja que el diafragma se mueva hacia abajo, los pulmones se llenen completamente. Al espirar, deja que el aire salga suavemente por la nariz, sintiendo cómo el abdomen se contrae de manera natural a medida que el aire es expulsado. Libérate de cualquier tensión o preocupación con cada exhalación. Intenta mantener un ritmo constante y relajado, sin forzar ni contener la respiración. Deja que la respiración fluya de manera natural y sin esfuerzo. Centra la mente en la sensación de la respiración en el hara. Si tu mente divaga, simplemente redirige la atención hacia la respiración y el movimiento del abdomen. Practicar la respiración en el hara ayuda a calmar la mente y reducir el flujo de pensamientos, nos sentimos más tranquilos y centrados, y nuestra energía vital aumenta.
Aullidos de dragón en un árbol seco
En el Zen hay muchas historias que nos recuerdan la respiración en el hara, uno de los ejemplos más conocidos es el koan “mu”. Cuando el maestro le pide a un estudiante que le muestre “mu”, no espera una respuesta intelectual, “mu” significa nada, no hay nada que se pueda atrapar con palabras, todo lo que puede expresar el estudiante es su vivencia de la respiración en el momento presente. Este “mu” como el mugido de una vaca, como la respiración de un bebé, solo puede mostrar una vivencia arraigada en la respiración en el hara. Igual que otra historia, en la que un estudiante pregunta sobre los aullidos de dragón en un árbol seco, es decir, el silbido del viento al pasar por el tronco vacío de un árbol seco, una evocación de la respiración en el hara en la postura de zazen. “¿Hay alguien capaz de oír los aullidos de dragón en un árbol seco?” Sosan responde: “En el mundo entero no hay nadie que no los haya oído”. Le preguntan de nuevo: “¿Y qué cantan los dragones?” Y Sosan responde: “Aunque no se entiendan sus palabras, todo aquel que escucha su canto, pierde el yo.”
Lluís Nansen, Barcelona, 25 de julio de 2023