Fukanzazengi. Para la difusión universal de los principios de zazen. El Maestro Dogen (1200-1256) lo escribió a los veintiocho años, cuando regresó a Japón para fundar el Zen Soto.
Traducción: Lluís Salas.
Buscamos la verdad cuando, de hecho, ésta lo penetra todo. ¿Por qué deberíamos mantenernos en la práctica y en la experiencia? El auténtico vehículo, el Dharma, existe naturalmente. ¿Por qué deberíamos esforzarnos en estudiarlo? Además, la naturaleza de Buda está más allá del polvo del mundo. ¿Quién podría creer que existe un medio para desempolvarla? Si, en general, no nos alejamos demasiado de la condición normal: ¿de qué sirve un entrenamiento riguroso?
Sin embargo, sólo que haya una desviación de una centésima o de una milésima, nos alejamos tanto como lo está el cielo de la tierra. Si se manifiesta la más pequeña preferencia, o la más pequeña antipatía, el espíritu se pierde en la confusión. Orgullosos de nuestra comprensión y satisfechos de nuestra realización, creemos ver la naturaleza de las cosas y estar en posesión de la verdad, y creemos haber adquirido una sabiduría capaz de penetrar en el cielo. Pero deambulamos por remotas esferas intelectuales, e intentamos comprender con el pensamiento cuando, en realidad, hemos perdido completamente el vigoroso camino de abandonar cuerpo y mente.
¿Es necesario que hable de Buda, que poseía el conocimiento innato? Aún se siente la influencia de los seis años que vivió sentado en loto, en una inmovilidad total. ¿Y de Bodhidharma, el transmisor de la postura de zazen, de quien hasta hoy se conserva el recuerdo de sus nueve años de meditación frente a una pared? Si ha sido así con los santos de la antigüedad, ¿por qué los hombres de hoy no deberían poder realizar el mismo esfuerzo?
En consecuencia, debéis abandonar una práctica fundamentada en la comprensión intelectual, que corre detrás de las palabras y las sigue al pie de la letra. Debéis aprender a dar media vuelta, y a dirigir vuestra luz hacia el interior, para iluminar vuestra verdadera naturaleza. El cuerpo y la mente se desvanecerán por sí mismos, y aparecerá vuestro rostro original. Si queremos conseguir lo que es inefable, debemos practicar lo que es inefable, ahora mismo.
Para practicar el zen, conviene una habitación silenciosa. Comed y bebed sobriamente. Rechazad todo compromiso, y abandonad cualquier asunto. No penséis: “Esto está bien, esto está mal.” No toméis partido, ni a favor, ni en contra. Dejad de conducir los movimientos de la mente, la voluntad y la consciencia. Dejad de hacer consideraciones intelectuales de imágenes, pensamientos y reflexiones. No tengáis ningún deseo de volveros Buda. Si no lo hicieseis así, ¿qué diferencia habría entre estar sentado o tumbado?
Extendemos una alfombra en el lugar donde nos sentaremos, y colocamos un cojín redondo encima; podemos sentarnos en la postura del loto completo, o en la postura del medio loto. Para sentarnos en la postura del loto completo, primero ponemos el pie derecho sobre el muslo izquierdo, y después ponemos el pie izquierdo sobre el muslo derecho. Para sentarnos en la postura del medio loto, ponemos simplemente el pie izquierdo sobre el muslo derecho.
Vestimos con ropa holgada y limpia. Entonces ponemos la mano derecha sobre el pie izquierdo, y la mano izquierda sobre la palma de la mano derecha. Los pulgares se tocan, y se aguantan el uno en el otro. Sentémonos correctamente, con la espalda recta. Sin inclinarnos ni a la izquierda, ni a la derecha, ni hacia delante, ni atrás. Las orejas deben estar alineadas con los hombros, y la nariz alineada con el ombligo, ponemos la lengua contra el paladar y mantengamos los labios y los dientes cerrados, mantengamos los ojos abiertos, y respiramos suavemente por la nariz. Cuando ya se ha estabilizado la postura sentada, realizamos una exhalación completa, y nos balanceamos a izquierda y a derecha. Sentados, inmóviles como montañas, y con el pensamiento más allá del pensamiento. ¿Cómo podemos pensar más allá del pensamiento? Dejar pasar los pensamientos. Éste es en esencia el arte de zazen.
El zazen del que hablo no es sólo el aprendizaje de la concentración, es la pacífica y gozosa puerta del Dharma, es la práctica y experiencia de un despertar perfecto. Zazen es la manifestación de la realidad última. Trampas y tramas nunca lo podrán conseguir. Si obtenéis su corazón, será similar al dragón cuando entra en el agua, y al tigre cuando se adentra en la montaña. Mientras practicamos zazen, se manifiesta el verdadero Dharma, que nos libera del torpor y de la dispersión.
Cuando nos levantamos, lo hacemos moviéndonos lentamente, incorporándonos calmadamente, no deberíamos hacerlo con prisas o violentamente. En el pasado, aquellos que trascendieron lo ordinario y lo sagrado, y aquellos que murieron sentados o de pie, confiaban plenamente en este poder. Además, giraron la rueda del Dharma, con un dedo, una bandera, una aguja, o una maza; y lo hicieron realidad con un abanico, un puño, un bastón, o un grito, esto nunca puede ser comprendido por el pensamiento dualista del hombre. Y menos aún, no puede ser alcanzado por poderes místicos.
Está más allá de lo que el hombre siente y ve, ¿no es, tal vez, un principio anterior a los conocimientos y percepciones?
Dicho esto, no importa si somos inteligentes o no. No hay diferencia entre el estúpido y el espabilado. Cuando nos concentramos con una mente unificada en la práctica de zazen, es cuando estamos verdaderamente siguiendo la Vía. La práctica/experiencia es pura por naturaleza. Las acciones son más justas y constantes, es una cuestión de cotidianidad.
En este mundo y en otros, tanto en India como en China, y en todas direcciones, todos mantienen la misma postura de Buda, y sólo son indulgentes con los rituales. Todos son fervorosos devotos de la meditación sentada y se abandonan tranquilamente. A pesar de que se diga que hay tantas diferencias como hombres, todos siguen la Vía de igual manera, practicando zazen. ¿Por qué abandonar el asiento que os está reservado en casa, para errar por las tierras polvorientas de otros reinos? Un solo paso en falso, y nos separamos del momento presente.
Hemos tenido la suerte única de nacer en forma humana. No perdamos los días y las noches en vano. Mantengámonos y apoyémonos en la base esencial de la enseñanza de Buda. ¿Quién buscaría un placer inútil en la chispa surgida del sílex? El cuerpo es como una gota de rocío sobre una hebra de hierba, la vida pasa como un rayo. De repente se desvanece. Desaparece en un instante.
Yo os imploro, nobles amigos, a aprender de la experiencia. No os aficionéis a las imágenes, para luego tener miedo delante de un dragón real. Esforzaros sinceramente en el camino directo. Reverenciad a aquellos que han ido más allá del estudio, sin intención de obtener nada. Corresponded a la iluminación de los budas. Sed merecidos herederos del samadhi de los ancestros. Si practicáis así mucho tiempo, seréis como ellos mismos. La casa del tesoro se abrirá, y podréis disponer de ella libremente.