Las diez etapas de la doma del buey son una enseñanza zen muy conocida, quizás una de las primeras historias que leemos al comenzar el estudio del zen. En una carrera académica convencional, adquirimos conocimientos, superamos cursos y obtenemos titulaciones. En la enseñanza de la tradición Zen, se evita bastante el uso de niveles porque, a diferencia de lo que sucede en el mundo académico, en las cuestiones del espíritu, la acumulación de conocimientos no es suficiente garantía de evolución.
Mente de principiante
Decía el maestro Suzuki: “En la mente del principiante hay todas las posibilidades, en la de un experto, muy pocas”. En la vía espiritual de la doma del buey, se trabaja en cada momento con lo que aparece. Es como un artesano carpintero que mira un tronco de madera retorcido y ve qué puede hacer con él. Cada tronco es diferente, se necesita toda nuestra intuición para saber qué se puede hacer con lo que aparece.
Y claro, aquí no hay niveles. Estamos presentes o no estamos presentes. Podemos ser un principiante o un veterano, tener más o menos habilidades, pero si en el momento de tener el tronco en las manos no somos capaces de verlo con los ojos del artesano, no servirán de nada los conocimientos adquiridos.
La doma del buey
Esto no significa que a lo largo del camino no nos encontremos con obstáculos similares y que nuestra visión vaya cambiando a medida que nos vamos desprendiendo de nuestros puntos de vista limitados. Entonces, ¿Podemos hablar de crecimiento espiritual? Reflexionar sobre el camino nos ayuda a ver qué podemos soltar en este mismo instante.
Es en este sentido que hablar sobre etapas de evolución espiritual nos puede ayudar. Ver de qué nos podemos desprender ahora, en lugar de creer que habitamos en algún nivel ilusorio. Entonces sí que podemos hacer un buen uso de la historia de la doma del buey, una de las más populares en el Zen.
Taller dharma: Doma del buey
Este taller está basado en el capítulo “Las diez etapas de la doma del buey” del libro de Lluis Nansen Salas, 2022, Zen Mediterrani, el despertar universal, ediciones viena, Barcelona.
Domingo 16 de febrero de 2025 de 17:00 a 19:00
A cargo del maestro zen: Lluis Nansen Salas
Sesión suelta: 30 euros (10 euros socios activos)
Ver información del Curso completo: Curso Dharma
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La primera de las etapas de la doma del buey en la tradición zen se denomina “Buscar el Buey”. Esta etapa representa el inicio del camino espiritual, en el que el practicante reconoce que algo esencial falta en su vida o que su conexión con su verdadera naturaleza se ha perdido.
Significado de la Etapa: “Buscar el Buey”
En esta fase, el buey simboliza la verdadera naturaleza del ser o la esencia espiritual que subyace a todas las cosas. El practicante siente una inquietud interior y comienza a buscar respuestas a preguntas profundas:
¿Quién soy?
¿Cuál es mi propósito?
¿Qué es la realidad?
El “buscar” implica una insatisfacción con la vida superficial y una urgencia por descubrir una verdad más profunda. Es un momento de despertar, en el que el practicante se da cuenta de que está atrapado en las ilusiones y los condicionamientos del mundo cotidiano.
Metáfora del Buey
El buey representa la mente indómita o la verdadera naturaleza que está oculta tras los pensamientos, emociones y distracciones. Aunque siempre ha estado presente, no es fácil de percibir debido al “ruido” de la vida cotidiana.
En esta etapa de la doma del buey, el camino está lleno de dudas y confusión. Es un momento de exploración y esfuerzo, donde el practicante busca señales de la presencia del buey en su entorno o en su interior. Este “buscar” a menudo implica el estudio de enseñanzas espirituales, la práctica de la meditación y la introspección profunda.
Enseñanza de la doma del buey
La etapa de la doma “Buscar el Buey” recuerda que el viaje espiritual comienza con un anhelo sincero y la disposición para buscar más allá de lo conocido. Aunque el buey parece perdido, el primer paso para encontrarlo es darse cuenta de su ausencia y comprometerse con la búsqueda.
Es un llamado a embarcarse en el viaje, aunque el destino aún sea incierto.