Dogen zazen

En este tiempo de otoño, los días se acortan, la lluvia y el frío nos anuncian la llegada del invierno, y nos hacen reflexionar sobre el paso de los años. La concepción que tenemos del tiempo es muy subjetiva, y tanto nos parece que el tiempo pasa muy lentamente como nos damos cuenta de que los años han pasado muy deprisa. La percepción continua del tiempo es una construcción de la mente, por eso decimos que el tiempo lineal es una fabricación del yo. En los comentarios del siguiente poema, Dogen dice que esta visión lineal del tiempo es el yo.

Esto nos abre paso a estudiar la concepción del tiempo en el Zen. El tiempo no es una línea continua, sino un conjunto de puntos discontinuos de eventos que nuestra mente ordena y alinea en una línea continua. Esta secuencia en el tiempo crea una historia personal, una ilusión de un yo aparentemente continuo. Dogen, en el capítulo Uji «Tiempo de existir» (1) lo introduce citando este poema:

Dogen y el tiempo

«A veces, en la cima más alta.
A veces, en el fondo del más profundo océano.
A veces, bodhisattva de tres cabezas y ocho brazos.
A veces, un cuerpo de Buda dorado de cinco metros.
A veces, un bastón o un báculo.
A veces, una columna o una linterna.
A veces, el hijo de una familia humilde.
A veces, la Tierra y el cielo.»

Y luego comenta: este «a veces» significa que el tiempo es existir, y que existir es el tiempo, y como es tiempo, produce la radiante iluminación del tiempo, es la manifestación del momento presente. La forma en que el yo construye esta percepción da forma al Universo, al ver cada cosa del Universo como un momento de tiempo. Las cosas no se ocultan entre sí, al igual que los momentos no se ocultan unos a otros. La mente del Despertar aparece en este momento. Un momento de Despertar aparece en esta mente. Un momento de práctica es un momento de Despertar, un momento de Despertar es un momento de práctica.

La construcción del yo

Cuando el yo se dispone a sí mismo en una secuencia, se ve a sí mismo. Así se comprende que el yo es tiempo. Saber que hay miles de briznas de hierba en la Tierra entera, y que cada una de estas briznas de hierba es la Tierra entera, es el principio de la práctica. Cuando estás aquí y ahora, hay solo una brizna de hierba. Como no hay nada más que este momento, el tiempo de existencia es todo el tiempo que hay. La existencia de la hierba, la existencia de la forma, son tiempo. Cada momento es toda existencia, cada momento es el mundo entero. Reflexiona ahora mismo si una existencia, si un mundo, ha dejado el momento presente.

El momento de Despertar

No estás separado del tiempo, y como estás presente, el tiempo no se va. El tiempo no lo marca el ir y venir: el momento de Despertar es la existencia aquí y ahora. Aunque el tiempo va y viene, tú eres la existencia aquí y ahora. Eso es lo que significa existencia. ¿Es que este momento de existencia no engulle y vomita el momento de Despertar? No pienses que el tiempo simplemente pasa volando. No entiendas el pasar volando como la única característica del tiempo. Si el tiempo simplemente pasara volando, estaríamos separados del tiempo. La razón por la cual no se comprende claramente el tiempo de existencia es porque se entiende el tiempo como algo que solo pasa. En esencia, todas las cosas del mundo entero están relacionadas entre sí por momentos, y estos momentos son tu tiempo de existencia. Los versos finales del poema dicen:
A veces, el hijo de una familia humilde.
A veces, la Tierra y el cielo.
No podrían evocar mejor la relación entre la práctica y el Despertar, a veces un ser sensible, a veces un Buda, en esta existencia de tiempo discontinuo, todo estalla en su momento, la Tierra y el cielo engullen y vomitan el momento de Despertar.

Nansen

(1) UJI «Tiempo de existir», capítulo del Shobogenzo de Dogen, del cual hay versión en catalán en: Nansen, “Dharma Zen, L’ull de la joiosa revelació”, Viena edicions, Barcelona. Y versión en español: Nansen, “Dharma Zen, El ojo de la maravillosa revelación”, Ediciones invisibles, Barcelona