Concentración y observación son como la pierna derecha y la pierna izquierda con las que camina la mente durante el zazen. Un camino que sortea los obstáculos de la somnolencia y la agitación (Kontin y Sanran) y que evita caer en el estancamiento y la confusión. En este artículo revisaremos este concepto tan importante en la enseñanza del Zen de Taisen Deshimaru y daremos indicaciones para practicarlo.
Practicar concentración y observación
Una vez nos hemos sentado en la postura de zazen y respiramos tranquilamente, parece que esto aún no es suficiente. La mente, especialmente en los principiantes, no entra directamente en un estado de calma. Al principio, surgen muchos pensamientos, como si hubiéramos dejado una ventana abierta en el cerebro por donde entrara una fuerte corriente de aire.
Con el tiempo y la práctica, estos pensamientos se van disipando, hasta que la mente alcanza un estado de serenidad. Esta serenidad abre la puerta a la concentración, conocida como samadhi, en sánscrito.
Samadhi la concentración serena autosostenida
Decimos que samadhi es una concentración serena autosostenida. ¿Y qué significa autosostenida? Significa que la dinámica del cuerpo y la mente durante el zazen retroalimentan la concentración.
Este efecto de retroalimentación es similar al que se produce con el Flow (Csikszentmihalyi, M., 1997). Sin embargo, en el caso del samadhi del zazen, el efecto es mucho más potente y activa una consciencia más ecuánime (Nansen, 2022).

Concentración sin somnolencia
La concentración por sí sola no es suficiente para el zazen. Si nos mantenemos exclusivamente en un estado de concentración, perdemos la percepción del entorno, lo que puede llevarnos a un estado de somnolencia, llamado kontin (en japonés).
De ahí la importancia de la observación, que evita este letargo y permite que la conciencia se mantenga despierta. Cuando concentración y observación se combinan correctamente, se manifiesta hishiryo, el pensamiento más allá del pensamiento, que es la esencia de zazen (Deshimaru, 1978).
En los primeros minutos de zazen, la concentración y la observación se alternan. La concentración por sí sola puede llevar al kontin, mientras que una observación prolongada y excesiva puede derivar en un estado de agitación, llamado sanran (en japonés). La clave es encontrar un equilibrio entre concentración y observación.
Concentración en la línea entre la nariz y el ombligo
En el libro La práctica de la concentración, editado en París en 1978, Taisen Deshimaru recomienda esta técnica de concentración: focalizar la mente en una línea vertical imaginaria que une la nariz con el ombligo, asegurando una postura correcta y vigilando la rectitud corporal.
Conectar la respiración con la nariz y el ombligo
Esta técnica se refuerza aún más si añadimos la atención a la respiración en la entrada de la nariz y el hara (bajo el ombligo). Al inspirar, ponemos atención a las sensaciones del aire que entra y a la elevación del abdomen en el hara. Al exhalar, nos enfocamos en el descenso del abdomen, en el hara, y en la sensación del aire que sale por la nariz. Dirigimos la mente hacia la línea imaginaria que une estos dos puntos.
Observación de la impermanencia
En cuanto a la observación, se trata de mantenernos disponibles y vigilantes para ver cómo las cosas aparecen, crecen, decrecen y desaparecen. Ya sean sensaciones, emociones, pensamientos o cualquier otra cosa, observamos su surgimiento y su cesación.
Observación de la interdependencia
Al mismo tiempo, nos damos cuenta de que las cosas no aparecen de la nada, sino que un pensamiento lleva a otro, una sensación a una emoción, y que todo surge en relación con algo anterior. Del mismo modo, cuando desaparecen, lo hacen en conexión con otras cosas relacionadas.
Observación de la ofuscación
Si no podemos ver claramente la impermanencia y la interdependencia de lo que ha aparecido en nuestra conciencia, significa que una ofuscación está presente (bonnō en japonés, kleśa en sánscrito). Básicamente, las ofuscaciones son la avidez, la aversión y el apego al yo. Observamos la presencia de la ofuscación.
Meditación de conciencia plena
La combinación de concentración y observación, alternándose armoniosamente, facilita una dinámica de observar y aceptar todo lo que aparece en nuestra mente, tomar conciencia y dejarlo ir inmediatamente, para volver a la concentración en el cuerpo y la respiración. Es la mejor forma de aprender a meditar
A partir de aquí, hay mucho camino por recorrer, pero ¿qué tal si comenzamos con un primer ejercicio, muy sencillo y muy poderoso? Nos sentamos en la postura de zazen y practicamos la concentración en la línea vertical entre la nariz y el ombligo, al mismo tiempo que observamos la impermanencia, la aparición y desaparición de las cosas. Podemos aumentar la dificultad más adelante; por ahora, practiquemos esto durante una buena temporada.
Referencias
DESHIMARU, T., 1978. La Pratique de la concentration: Zen et vie quotidienne. Editions Zen-Retz Paris
DESHIMARU, T., 1999. La Práctica de la concentración. Barcelona: Edicomunicación. ISBN 8476729006.
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